Con zapatos de tacón…

Desempolvas y te maravillas. A veces parece que fue ayer, a veces parece que fue hace una eternidad. Lo cierto es que hoy encontré mis viejas botas, buenos si a ellas se les puede llamar así.

La historia comienza cuando salimos de viaje en la prepa, durante uno de eso famosos viajes de “estudio” que terminaban siendo las primeras borracheras lejos de casa y los inicios de mi “malacopés” que sólo en ciertas ocasiones son permitidos y/o controlados.
Sucede pues, que ya veníamos de regreso de Guanajuato, sí de ese hermoso evento llamado el cervantino… y la gente decide parar en León, allí donde los zapatos son baratísimos y disque muy buenos. Llegamos al pueblo y la fiebre de compradora compulsiva se apodera de mi. Entonces veo unas hermosas botas de piel, me las pruebo, se las enseño a todas mis amigas y saco el dinero para pagarlas…. PEROOOOOO justo en ese momento veo los botines, es decir, la mismas botas pero en cortito y en

B-A-R-A-T-O…..

Fue como si el zapato me llamara secretamente. En voz baja me dijo: “Comprame, soy lo mismo pero más barato, te convengo”. Ante esta situación tuve que aplicar la misma que muchos hombres: Pues total, a los zapatos no’mas se les ve la PUNTITA, que tanto es tantito. Y así fue. Duarnte los tres largos años del bachillerato (y quizá un poco más) usé estos zapatos pretendiendo que eran botas…. total el secreto lo sabían mis amigas, mis pies y yo… y ya después si agarrábamos la jarra, pues terminaban siendo parte de la anécdota de la noche….

Ay que cosas! Con zapatos de tacón, siempre, siempre se ve mejor…..