Cadáver exquisito.
Capitulo 10.
Viene de fulanodetal"Nunca supe a quien pertenecian estas memorias no recuerdo si quiza esra yo mismo escapando de mundo al cual le llamaba vida propia o si era yo mismo raobandome la vida de alguien mas. "
Me daba asco seguir soñando tanta locura, sin sentido, sin secuencia. Lo siempre extraño de mis sueños era el nombre de Eva. Pero no sólo el nombre; en ocasiones era su cuerpo, o una parte de él. El blanco dorso, el pelo largo, los ojos tirstes. Hundidos. Los labios delgados. La cara demacrada de tantas horas de dormir...
Pensaba constantemente que dejándola lejos, abandonada, con su vida normal y sus deberes podría olvidarla.
Han pasado dos años desde que dejé a Eva esperando en la puerta de su casa con mi promesa de volver para escapar juntos. Nunca la fui a buscarla después de ese día. Nunca lo haré.
Eva era una chiquilla de 15 años enamorada, en aquel entonces, de este ser extraño, vicioso, abrumado y viejo. Cuando hablo de mi vejez sé que suena estúpido sentirse así con tan sólo 13 años más que ella, pero lo cierto es que mi vida es miserable y cargo muchos años más de los que mi cara refleja. Más de los que mi máscara refleja. Por eso tuve que borrar mi idenidad una vez más , para escapar, huir, ser otro y volver a las mismas cosas: el alcohol, la droga, la sangre y la muerte..
Porque a veces desearía poder morir para dejar de ver atradecerces que me la recuerden. Quisiera poder borrarla. La mataría otra vez de ser necsario. Y sino fuera tan cobarde me mataría.
No debía aprovecharme de esa niña que jugando a ser adulta hacia tareas meintras yo la deseaba. Por ese deseo la hice mia, aún sabiendo que yo amaba a otra mujer. Pobre Eva, pagando el precio de mi desverguenza. Creyéndome quien no soy y no seré.
Caminé largas horas pensando. Recrodándola. Por fin llegué a mi destino. Un eificio viejo, húmedo y apestoso. Toqué la puerta con el número 167. Abrió un hombre que me miro con recelo. Detrás de su sombra la pude distinguir. Era ella.
Entre dientes dije su nombre: Cinthia.
Venía a decirle que por ella había encontrado la inmortalidad... mi inmortalidad.
Sigue en Gerson
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