Restos de lluvia.
Sabadín realx con restos de lluvia y ganas de dormirme entre canciones .
Recordé este cuento de Felipe Garrido, porque una vez lo adapté como guión en radio. Se los dejo para que disfruten el fin de semana tranquilitos pensando en sueños que parecen realidad.
Caricias.
- Ganas de morderte - le dijo al oído. Ella bajó la mirada. Sonrió quiso hablar de otra cosa, tan cerca de él que más que verlo lo sintió. Su calor, la mezcla de olores que desprendían del cuerpo. El casimir, la loción de maderas, el brazo que le pasaba por la espalda. Intentó echarse hacia atrás para mirarle los ojos, pero él se los cerró a besos y luego le rozó los labios. Y ella sintió que se ahogaba y que un fluido tibio la envolvía. Que la piel comenzaba arder. La sangre iba a brotarle por los poros. Mientras él le besaba las mejillas, las orejas, el mentón, la nariz y ella gemía y ronroneaba bajito. Se atragantaba, se humedecía y él insistía con la barbilla alzándole la cara, besándole los párpados. Los labios empurpurados, la nuca, los hombros, murmurando de nuevo.
– Ganas de morderte.- O tal vez sólo pensándolo, pero buscando la forma de ganarle el mentón con la nariz, de empujarla hacia arriba. Mientras ella dejaba caer la cabeza como arrastrada con el peso de la cabellera. Entreabrió los dientes, asomaba la lengua emitía un estertor de gozo, exponía el cuello firme y pulpitante y él descendía suavemente, abría la boca, clavaba los largos colmillos sentía escurrir la sangre. Ausente del espejo, tembloroso de amor.
- Ganas de morderte - le dijo al oído. Ella bajó la mirada. Sonrió quiso hablar de otra cosa, tan cerca de él que más que verlo lo sintió. Su calor, la mezcla de olores que desprendían del cuerpo. El casimir, la loción de maderas, el brazo que le pasaba por la espalda. Intentó echarse hacia atrás para mirarle los ojos, pero él se los cerró a besos y luego le rozó los labios. Y ella sintió que se ahogaba y que un fluido tibio la envolvía. Que la piel comenzaba arder. La sangre iba a brotarle por los poros. Mientras él le besaba las mejillas, las orejas, el mentón, la nariz y ella gemía y ronroneaba bajito. Se atragantaba, se humedecía y él insistía con la barbilla alzándole la cara, besándole los párpados. Los labios empurpurados, la nuca, los hombros, murmurando de nuevo.
– Ganas de morderte.- O tal vez sólo pensándolo, pero buscando la forma de ganarle el mentón con la nariz, de empujarla hacia arriba. Mientras ella dejaba caer la cabeza como arrastrada con el peso de la cabellera. Entreabrió los dientes, asomaba la lengua emitía un estertor de gozo, exponía el cuello firme y pulpitante y él descendía suavemente, abría la boca, clavaba los largos colmillos sentía escurrir la sangre. Ausente del espejo, tembloroso de amor.
Felipe Garrido.
Libro: la musa y el garabato.
5 comments:
HOla! gracias por el tip, me habian dicho que es mejor comer la verdura y las ensaladas antes, oye qeu padre foto pero si la lluvia mi me deprime mucho, no extrañas mexico?
un saludote yop
pues a mi me encantan essa tarde lluviosas y melancolicas...
donde uno esta en su casa, en su cama viendo tele o escuchando la lluvia...
hasta hace poco pude verlos relampagos, pk de chica me daban tato miedo que lloraba...de miedo...
amo la lluvia!!! son esos dias donde puedes pensar sobre tantas cosas!!! me gusto el cuento que pusiste!!!
un beso y un abrazo!!!
que buen cuentito. me gusto. lo que diaria por un dia lluvioso
No sabía que me habían escito un cuento.
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