Cuenta regresiva...

Una de las primeras tareas que me dieron cuando entré a la facultad (hace casi tres años) consistía en mencionar los motivos por los cuáles decidí estudiar comunicación. Sin embargo por fácil que parezca, para mi fue uno de los momentos más estresantes de mi vida porque días antes había leído el texto, precisamente del profesor que nos dejó la tarea, en el cual a manera de ensayo criticaba las razones comunes por las que muchos de mis ex -compañeros eligieron esa carrera. Los hay desde los que quieren ser estrellas de TV hasta los que pretenden cambiar el mundo de la “comunicación humana”.

Evidentemente a los 17 – 18 años, tenemos trazos de nuestra imagen completa. Y muy pocos tienen tener claro lo que harán el resto de la vida, Decisiones como éstas se basan en gustos propios o en los famosos exámenes de aptitud.

Recuerdo que finalmente, nerviosa y confundida redacté un “choro” que posiblemente si volviera a leer me haría reírme, pero sobretodo, reflexionar sobre quién soy. Sin embargo, no miento cuando digo que desde tercero de primaria tuve claro que estudiar comunicación “era lo mío”; lo sorprendente es que nunca he podido justificar la razón.

Ni siquiera hoy.

Y Tal vez nunca.

Y preocupada que a un plazo más corto del que parece, se me acaba el tiempo y la carrera está a punto de terminar.

Cada vez la incertidumbre es mayor y la posición de justificarme experimentando se reduce. Tengo que descubrir lo que quiero.

Pero sigo parada sin saber para dónde voy.